A pesar de las semanas que hemos estado encerrados en casa, aún existe algo de confusión y división sobre el uso de las mascarillas. Comparto brevemente la claridad que me ha dado el trabajar de cerca los últimos dos meses con personas que son claves para evitar el repunte y las referencias más objetivas. Algunas hechos claros:

  1. Dejamos partículas en suspensión al correr o caminar y proyectamos saliva al hablar. Estos son focos de contagio si eres portador/a de COVID19 (son los llamados aerosoles)
  2. Las mascarillas de tela que nos hacemos evitan que estas gotas y partículas se proyecte en otras personas o en superficies. 
  3. Mantener la distancia de manera constante en ciudades muy pobladas es complicado. Por ello hay que reforzar el lavado de manos y la distancia con el uso de mascarilla de tela. 

Las mascarillas de tela que podemos hacernos ayudan a proteger a los demás y evitan parcialmente ser contagiado por los demás. Si las llevamos de manera generalizada, nos protegemos entre nosotros y ayudamos a no expandir el virus. Siguiendo estas evidencias, muchos países han optado por fomentar la democratización del uso de mascarillas, animando a que las personas se las hagan, tal y como ha ocurrido en República Checa, donde comenzó la campaña #masks4all. Muchos países de América Latina han obligado a usarlas e incluso algunos estados de México anuncian en sus canales oficiales a la población que las fabriquen de camisetas o trapo, pero que las lleven siempre. 

El motivo que hubo no recomendar el uso masivo de mascarilla en muchos lugares al comienzo se debía a la necesidad de preservarlas para quien trabajaba en hospitales y el riesgo de que la población en general pudiera acaparar las homologadas. No existen evidencias que demuestren su falta de efectividad para reducir la transmisión. En cambio, sí que hay muchas referencias que señalan que el principal mecanismo de transmisión del SARS-CoV-2 son las gotículas mayores, que pueden detenerse con cualquier tipo de mascarilla.

Animar a que las personas se hagan sus propias mascarillas tiene además otras dos ventajas: ecológica y económica. Si usamos mascarillas desechables, un país como España necesitaría unos 700 millones de mascarillas higiénicas al mes, lo que supondría un gasto para las familias de 350 millones de euros mensuales. Para muchas personas 2€ diarios en mascarillas supone un coste tan elevado que les lleva a reusar un artículo de un solo uso, lo cual no es solo no recomendable sino que puede ser perjudicial para su salud.

No olvidemos además que este tipo de mascarillas desechables no son reciclables y que su tratamiento como residuos aún no está regulado, por lo que en el mejor de los casos acaban incineradas, contaminando además a su paso. Las que hacemos con tejido y reusables, además de ser más económicas, garantizan que no estaremos nadando entre mascarillas en el mar de 2021. El uso del que será el próximo complemento de moda de manera cotidiana abre un nuevo mercado que tenemos que diseñar desde cero de manera sostenida y sostenible, ya que llevar mascarilla puede ser tan sencillo y habitual como llevar ropa interior.

Esto es precisamente lo que nos enseñan nuestros mayores, que desde marzo ya comenzaron a coser mascarillas como podían sin que nadie les dijera qué material debían usar, sin pensar en psicosis y sin esperar recomendaciones del gobierno ni suministros de las farmacias. Muchas abuelas incluso han estado cosiendo mascarillas hasta el momento de morir en las residencias en las que vivían. No olvidemos que ya han muerto 17.000 ancianos y ancianas en residencias desde que se decretó el estado de alarma y que son el colectivo más vulnerable ante un repunte. Aunque permanecen sin salir, en la eterna cuarenta en la que están desde que entraron en las residencias, ya hemos podido comprobar que son extremadamente frágiles ante cualquier pequeño descuido que entre por la puerta. Y lo serán aún más los días que están por venir.

La población más frágil es incapaz de inmunizarse; simplemente no lo supera y quizás ni lleguen a tiempo a un hospital por muy vacío que esté. Nuestros mayores ya pasean por las calles y mercados, pronto verán a sus nietos y en las residencias se flexibilizarán las medidas de aislamiento. Por ello, ahora es el momento de que como sociedad podamos disminuir contagios los próximos días, y esto se consigue fácilmente llevando una simple mascarilla de tela

En los últimos dos meses, distintas plataformas y fabricantes han desarrollado modelos fáciles de hacer, validados y con recomendaciones de tejido. A muchas se les puede incorporar un filtro (desde bayetas a filtros de papel) para que, además de evitar la salida de nuestras gotas proyectadas, pueda protegernos en gran medida del contagio externo. Desde coronavirusmakers, además de un modelo abierto, se han realizado pruebas en laboratorio de tejidos para validar un producto al alcance de cualquier persona. La manera de higienizarlas sin que nuestra factura de luz y agua se dispare es bien sencilla: calentarlas en un cazo con agua, al menos a 60º, durante tres minutos.

Otras sociedades han entendido perfectamente que para disminuir la posibilidad de repuntes, no necesitamos entrar en psicosis ni sobreprotegernos como individuos con las FFP3 o FFP2, que son tan costosas y que hace dos meses no había ni en hospitales. No necesitamos medidas individuales, sino pensar como colectivo, en medidas que beneficien a los más frágiles. Si llevo una mascarilla de tela te protejo a ti, y tú me proteges a mi. Sin no las usamos incluso se hará aún más necesario ventilar constantemente los sitios cerrados para así eliminar partículas en suspensión.

Más allá de test masivos y de trazabilidad de contagiados, como ciudadanía tenemos esta manera sencilla, barata y sostenible de ayudar a las personas más frágiles: usar una simple mascarilla reusable de tela. La historia cercana nos muestra lo rápido que se expande esta COVID19, que no era precisamente una gripe fuerte, y la capacidad que tiene de permanecer sin mostrar síntomas. Por ello, disminuir las opciones de contagios evitando nuestras gotas proyectadas, manteniendo distancias y teniendo una higiene constante de manos es absolutamente imprescindible los próximos días. Como nos recuerda Miguel Ángel Fernández, doctor en física de coloides e interfases, a quien agradezco su trabajo incansable en estos temas y la mayoría de referencias de este artículo, “el tapabocas no es una medida individual, es una medida social, como quedarse en casa”.

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Referencias – artículos

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